domingo, 14 de mayo de 2017

Texto 10: Lazarillo a la fuerza. Diario de un refugiado VIII

Tratado I (el campo trampa):

Llegamos al campo de refugiados al que desde el registro policial nos guiaban. Al llegar se me abrieron los ojos como platos al ver que eso no estaba cuidado ni siquiera un poco. No se me pasaba por la cabeza que alguien pudiese vivir ahí. La gente estaba desnutrida las cabañas eran de mala calidad y el agua escaseaba. Ya había anochecido y nos disponíamos a dormir. Entramos a la tienda y solo tenían sacos de dormir, yo elegí mi cama y me tumbe, y de lo duro que estaba el suelo no dormí. Como os contaba, ese campo no estaba cuidado, y al cabo de unos meses decidimos huir. Logramos huir y nos disponíamos a encontrar otro campo con mejores cuidados.


Tratado II (el campo infrahumano):

Teníamos un plan si nos fallaban todos los campos en los que nos alojaríamos. Llegamos a otro campo, este estaba un poco más cuidado, pero lo que fallaba era que había demasiada gente. Las camas tenían colchón y almohadas, la comida era comestible aunque de poca calidad y el agua no nos sobraba pero teníamos para sobrevivir. Yo sabía que tarde o temprano nos iban a echar de aquel campo, hasta que a los 3 meses se cumplió mi predicción. Nos echaron de ahí pero no íbamos a rendirnos así que empezamos a buscar otro campo de refugiados. El plan es que atravesaremos la frontera para llegar a Yemen.

Tratado IV (los otros campos):

Llegábamos a campos muy poco cuidados. Yo ya había madurado, ya estaba preparado para liderar a mi familia. Esa idea me hizo más fuerte e intente tener a mi familia cuidada. Cada mañana salía temprano a cazar y a intentar traer agua. Acababa hecho trizas pero lo escondía para que no se preocupasen por mi. Un día decidí que no podíamos seguir así, lo consulté con mi padre y estaba de acuerdo, así que estábamos dispuestos a encontrar un campo de una calidad mínima.

Tratado V (el campo “ciudad” y lo que pasó después):

Al cabo de unos cuantos días encontramos otro campo. Yo rezaba para que el campo tuviese esa calidad que yo deseaba. Al llegar todos nos quedamos con la boca abierta al ver que ese campo era similar a un pueblecito, tenía tiendas incluso cabañas de madera aunque pequeñas. Al llegar lo primero que hicimos fue coger una cabaña y con el dinero que llevábamos encima (que era poco) nos dispusimos a comprar fruta y carne, y botellas de agua claro. En ese momento se me ocurrió trabajar en alguna tienda para conseguir algo de dinero. pedí trabajar en la tienda de teléfonos que había delante de nuestra cabaña. Los primeros días estaba muy contento pero luego me di cuenta que no podía seguir con el sueldo que me daban. Los 30 euros que me daban no eran lo necesario así que decidí cambiar de trabajo. Al cabo de muchos meses desempeñé muchísimos trabajos que no me daban el suficiente dinero para nuestras necesidades, pero de repente se me ocurrió trabajar en una ONG y aunque me pagaban más que los anteriores trabajos, no llegaba al dinero deseado. Así que decidimos realizar el plan que tanto pensamos, viajar a Yemen.




CONTINUARÁ